domingo, 29 de abril de 2012

Los escandalos contra la Prensa

(Publicado en El Espectador de Bogotá, julio 2011)

M. A. BASTENIER
No faltará quien hable por ahí de los ‘escándalos de la Prensa’ a cuenta de Rupert Murdoch y su ‘News of the World’, y de lo que la ‘Justicia’ ecuatoriana pretende hacerle a ‘El Universo’ de Guayaquil, pero, muy diferentemente, nos encontramos ante sendos escándalos contra la Prensa.
Cuando hablamos de ética periodística, puede que el lector medio piense en un texto al que quepa aplicarle una especie de detergente para asegurarse de que va a imprenta –o al éter de lo digital- con todos los pronunciamientos morales necesarios. Pero las cosas no son exactamente así. Ética y periodismo profesional son una misma cosa; no hay periodismo ético y otro que no lo es, sino que este último será propaganda, manipulación, engaño o lo que ustedes quieran, pero nunca periodismo. Es cierto que podrá contener elementos de técnica periodística, pero al servicio de algo que no es periodismo, igual que los atracadores de un banco pueden utilizar sus conocimientos de hidráulica o de fontanería para hacerle un agujero a una pared para abrirse paso. El periodista debe cumplir con exigencias profesionales: verificación, dar la palabra a todas las partes, no preferir una conclusión a otra, y así lo que está haciendo es periodismo, el único que existe. Y eso es lo que ha vulnerado el equipo de News of the World, para lo que hay, sin embargo, un trasfondo y una explicación aún más pavorosas.
Más allá de las chuzadas de esos supuestos periodistas no hay sino la desesperación de quienes saben o temen que la Prensa impresa está condenada sino a desaparecer de golpe, sí a una lenta delicuescencia. Y en lugar de defenderse con las armas del ingenio, de la mejor investigación periodística, de la capacidad de recrear el mundo como nadie y con un material que para abreviar llamaremos de ‘agenda propia’, se han entregado al delito, a la vulneración de los derechos de las personas, a hacer, en definitiva, todo menos periodismo. La Prensa británica, la francesa, la italiana, la alemana, la española con contadas excepciones pierde hoy plata, por la crisis general y por la específica del papel, que se nutren recíprocamente, y no hay motivo para creer que América Latina esté indefinidamente inmune a ello. Pero el problema de Murdoch no es el del semanario británico, sino el de un imperio al que se le están poniendo las cosas feas, en especial después de tener que renunciar a hacerse con la cadena Sky. Y a eso es a lo que responde ese anti-periodismo practicado con la connivencia de conspicuos representantes del poder político.
El diario de Guayaquil vertió en un artículo graves acusaciones aunque de una manera un tanto difusa, como quien dice ad kalendas, por una fusilada que presuntamente el presidente Correa ordenó contra una masa de ciudadanos que pretendían asaltar el hospital en el que se refugiaba. Y por eso, no atendiendo a la oferta de rectificación del diario, un juez, sin duda muy solícito, ha dictado tres años de cárcel para los responsables y una indemnización de 40 millones de dólares. ¡Atención! No de 80 millones como pedía la acusación, sino 40, que para el magistrado debe ser la cantidad exacta con la que se mide esa clase de reclamación, y como dice Simón Pachano en Infolatam 600 veces el monto con que se indemniza a la familia por una muerte culposa en accidente de tráfico. ‘El Universo’ lanzó una acusación hipotética, debatible, grave, que hay que demostrar, pero sin intención delictiva. Una rectificación habría puesto fin al problema y el presidente habría quedado hasta como generoso. Pero la condena es disparatada, injusta y, sobre todo, aviso de navegantes: la Prensa ya sabe el riesgo que corre. Y no es ocioso recordar que hace dos semanas comenzaba a contar un periodo de 18 meses para renovar a fondo, y hay que temer que a gusto de la presidencia, la judicatura.
Y si el caso de Murdoch echa un baldón sobre la prensa británica, que ha sido siempre la mejor de Occidente y de la que hemos aprendido todos, recordemos que The Guardian no ha hecho jamás nada parecido, que el Financial Times sigue siendo el mejor diario económico al menos del entorno europeo, y que ambos, entre otros, están tan interesados como el que más en que se haga justicia y paguen los culpables. En el caso ecuatoriano las brumas son especialmente ominosas. El presidente Correa quiere, sin duda, lo mejor para su país, y el tipo de cambio que persigue no puede sino chocar con una densa madeja de intereses que le van a seguir haciendo la vida imposible. ¡Pues, que le vamos a hacer! El asalto a la libertad de expresión no puede ser jamás la respuesta. La búsqueda de la Justicia social sin libertades democráticas, al final resulta que ni es justicia ni es democracia.

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